En alguna ocasión he pensado que la inocencia es el tesoro menos conocido, y al que menos importancia se le presta, hoy en día. La inocencia no conoce la maldad, tampoco conoce la tristeza ni la decepción. El estado de inocencia es algo realmente maravilloso, y todas las personas deberían conservarla. Desgraciadamente, las cosas no son así en el mundo real, aunque hay personas que llegan a conservar una parcela importante de inocencia en sus vidas, con el consiguiente beneficio de felicidad en sus vidas.
Los niños… los portadores de la más pura inocencia, son los más afortunados y felices, viven ajenos a la maldad, y todo es juego y alegría para ellos. A mí, personalmente, me encantan los niños; en ellos, aun hoy en día, se puede encontrar esa pequeña parcela de pureza angelical que tanto nos agrada y nos enternece. Deberíamos ser siempre como ellos, al menos en inocencia, así aprenderíamos a vivir un poco más felices cada día.
Yo creo que eso deberíamos de recuperarlo, aunque sea un poco. La inocencia, igual que se pierde, se puede recuperar. Al menos, con ello, conseguiríamos ser un poco más felices cada día. No se trata de ser un “inocente”, que es algo muy diferente, sino que se trata de recuperar esa inocencia de corazón que nos hace ser mejores y más felices cada día. Está claro que la inocencia de la niñez no volveremos a tenerla, pero sí la inocencia que nace de la pureza de corazón, pero eso, como todo lo bueno en esta vida, es algo que hay que luchar y ganar, pues cuesta trabajo. Yo les garantizo que, el que lo consiga, aunque sea un poco, hará de su vida algo más ameno y alegre, verá la vida que tiene con un color diferente, y la sentirá con mucha mayor fuerza.
Este es mi buen pensamiento para hoy. La conquista de la inocencia es en el fondo una conquista del Amor Verdadero… ¿nunca lo has pensado?
con cariño para todos s les quiere...
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